En
un post anterior (Los curiosos pueden leer Atentado en Praga) les conté un
acontecimiento de la II Guerra Mundial, estoy hablando del atentado que se
cobró la vida de Reinhard Heydrich, uno de los más importantes jerarcas del
Régimen Nazi. La Misión encargada de dicho atentado llevaba el nombre de
“Antropoide” y había sido ideada por el gobierno checo que se había conformado
en el exilio en la ciudad de Londres luego de que Alemania ocupara los
territorios checoslovacos. Dos paracaidistas que servían en la resistencia
checa en Inglaterra fueron reclutados para llevar a cabo este atentado. La
misión era asesinar a Heydrich que desde 1941 era Protector de Bohemia Moravia, territorio de la ex Checoslovaquia
militarmente ocupada por la Alemania Nazi. El gobierno del terror impuesto por
Heydrich llevó al ex presidente checo Benes a organizar este plan que se llevó
a cabo el 27 de mayo de 1942 en la ciudad de Praga. Heydrich murió unos días
después del atentado producto de una septicemia general por las heridas que
había sufrido.
Jozef
Gabcik y Jan Kubis, los dos paracaidistas, fueron traicionados por un miembro
de su grupo y tiempo después se quitaron la vida cuando fueron rodeados por 800
efectivos de las SS en una iglesia donde se ocultaban. Esto fue el 18 de junio
de 1942, no había pasado todavía un mes desde el atentado, sin embargo durante
ese tiempo en Praga habían sucedido cosas terribles.
Tal
vez algunos lo han pensado ya, yo por lo menos cuando leí esta historia lo
primero que pensé fue: “la reacción de
Hitler debe haber sido terrible”, y no me equivoqué, aunque tampoco
descubrí la pólvora, es fácil llegar a esa conclusión.
La
ira de Hitler fue desmedida. Al saber del atentado, según el autor Laurent
Binet, sus primeras órdenes habrían sido:
- Fusilar a 10.000 checos
- Ofrecer 1.000.000 de Reichmarks a cualquiera que contribuyera con los arrestos.
Despiadado.
Por
suerte para los checos, algunas de las autoridades nazis en Bohemia-Moravia
pensaban diferente que el Führer, pero no porque sintieran prurito alguno por
ejecutar a 10.000 personas sino que consideraban que una ejecución masiva daría
una imagen internacional de que el atentado había sido perpetrado por la
resistencia local checa. Esto era inadmisible, el Reich no podía mostrar tal
debilidad. Heydrich, la víctima, había sido nombrado protector justamente para eliminar a la resistencia interna, por
tanto no se podía mostrar que ésta seguía viva. Esto seguro había sido un plan
elucubrado en Londres, pensaban bien los nazis, y los indicios de la escena del
crimen lo confirmaron. Se pudo convencer a Hitler de que sólo bastaría con
ejecutar a aquellos que hubieran ayudado a los paracaidistas y a sus familias.
Releo esta frase y me parece de lo más terrible. Sin embargo por el momento
10.000 checos salvaban sus vidas. Sólo por el momento. La sed de venganza nazi
no era tan fácil de saciar.
Entre
el 27 de mayo, día del atentado y el 18 de junio, día en que los paracaidistas
fueron descubiertos, pasaron cosas atroces en Bohemia-Moravia como consecuencia
del atentado y de la ira nazi. Mi intención es relatarles uno de los tantos y
lamentables eventos de genocidio de esta época, pero me siento un poco
avergonzada por tener que pasar por alto muchas otras ejecuciones que se
realizaron antes de lo que yo quiero relatar. Muchas personas murieron por
causa de este atentado, todas inocentes. No las paso por alto, sé de ellas y
soy consciente del valor de cada una de sus muertes o vidas debería decir. Sin
embargo hoy me remitiré al horror que se vivió el 10 de junio de 1942 en el
poblado de Lidice.
Una
de las teorías más aceptadas para explicar que los nazi hayan elegido Lidice,
aunque no la única, es la de una carta muy breve de un hombre hacia una mujer.
La carta no decía mucho, eran sólo unas breves frases que podían significar
cualquier cosa. Sin embargo de alguna manera las pistas dirigieron a la Gestapo
hacia la familia Horak, en el pueblo de Lidice. Aparentemente los Horak tenían
un hijo sirviendo en la armada checoslovaca en Londres, que nada tenía que ver
con el atentado, ni con los paracaidistas, ni con nada, sin embargo parece que
la carta fue suficiente para justificar lo que pasó después. La locura toda de
la Alemania Nazi se descargó sobre este pequeño poblado sin razón alguna.
La
orden de Hitler era clara al respecto. Los pasos a seguir en cuanto a cualquier
comunidad que pudiera estar relacionada con los asesinos o que pudieran estar
escondiéndolos eran los siguientes:
-
Ejecutar
a todos los hombres mayores de 15 años
-
Transportar
a las mujeres a un campo de concentración
-
Reubicar
a los niños aptos para la “arianización” en familias alemanas aprobadas
-
Hacer
desaparecer el pueblo en su totalidad.
ASI
SE HIZO.
El
10 de junio por la madrugada, efectivos de la Gestapo y de las SS llegaron al
poblado. Se sacó de sus casas a toda la población con golpizas, gritos y
amenazas. Fueron todos encerrados, las mujeres y niños por un lado y los
hombres por otro. Durante unas cuantas horas los soldados nazis saquearon y
destruyeron absolutamente todo lo que pudieron en el poblado. Por la mañana
cuando los ciudadanos fueron liberados del encierro encontraron su pueblo en
ruinas.
Siguiendo
al pie de la letra las órdenes del Führer, los niños fueron separados de sus madres.
Las mujeres fueron llevadas primero a un poblado vecino como parada intermedia
en su camino hacia el más temible de los campos de concentración para mujeres,
Ravensbruck.
Los
niños fueron reubicados en el campo de exterminio de Chelmno. El 1º de julio
Eichmann se decidió finalmente sobre la “cuestión de los niños de Lidice” y dio
la orden de ejecución. Fueron casi todos gaseados en el campo. Se salvaron unos
pocos que según el régimen nazi eran aptos para la “arianización”, es decir que
por sus aptitudes y semejanzas con el prototipo de ario perfecto, podían ser
adoptados por familias alemanas y así sucedió.
Los
hombres fueron todos fusilados en el centro del pueblo y al otro día
enterrados, labor que se dejó a un grupo de judíos que fue llevado hasta el
lugar con el único fin de cavar una fosa común.
La
orden de Hitler fue, LITERALMENTE, hacer desaparecer al pueblo del mapa. La ira
del Führer era incontenible. Para eso se tiraron abajo todas las casas que
habían quedado en pie, se incendió todo el pueblo, la iglesia fue profanada como así también el cementerio. Finalizado todo se puso un cartel avisando que
estaba prohibida la entrada y que quien lo intentara sería fusilado.
No
he podido hallarla, aunque confieso que no se si estoy preparada para ver algo
así, pero existe una filmación, realizada por los propios nazis, de la
destrucción del pueblo. Esta fue utilizada como prueba en los Juicios de Núremberg
contra los altos jerarcas nazis.
Lidice
y su gente desapareció. El monstruo nazi se tragó a un pueblo entero y lo hizo
desvanecerse. Sin embargo, muy por el contrario a lo que Hitler esperaba, la
noticia se esparció rápidamente y en poco tiempo el nombre de Lidice estaba en
boca de la opinión pública mundial. Los medios de comunicación, que habían sido
tan útiles y tan bien utilizados por el Führer se le pusieron en contra. Hasta
el momento, las atrocidades del mundo nazi se habían realizado bajo una sombra
de misterio, de alguna u otra manera el mundo desconocía lo que pasaba puertas
adentro del Reich. Sin embargo Lidice traspasó las fronteras y todo el mundo
supo la verdad.
La
opinión pública mundial repudió la masacre. Plazas, calles, edificios y pueblos
fueron nombrados como el poblado, hasta en Centro y Sud América. Desde ese
momento la Unión Soviética luchó en nombre de Lidice. En Inglaterra apareció un
slogan que recorrió el mundo que decía: “Lidice
shall live!” (¡Lidice vivirá!).
340
ciudadanos del pueblo fueron asesinados y 1300 fue el número total de muertos
que se cobró la venganza nazi por el atentado a Heydrich. Algunas mujeres
sobrevivieron a Ravensbruck y regresaron a Lidice que fue reconstruido en 1949.
Sólo 17 niños fueron restituidos a sus madres.
Desde
que leí lo sucedido me he preguntado si se puede ver algo positivo en el
atentado en contra de Heydrich. Sí, se eliminó a uno de los más temibles
jerarcas nazis, uno de los cerebros detrás de la Solución Final, pero también
es cierto que a pesar de su muerte la maquinaria del Holocausto ya estaba en
marcha y fue imposible frenarla. ¿Sirvió entonces de algo el atentado? ¿El
hecho de que la opinión pública tuviera conocimiento de esta masacre pudo cambiar
en algo las cosas? Me cuesta responderme sin desdecirme una y otra vez.
Seguramente, con o sin atentado, las vejaciones a la humanidad habrían sido las
mismas o tal vez no, la historia es una sola y las interpretaciones pueden ser
muchas. Lo único de lo que estoy segura es de la importancia de que cada vez más
gente conozca estos sucesos que forman parte de nuestro pasado. La II Guerra
Mundial marcó un antes y un después en el mundo entero y en ese mundo vivimos
todos nosotros. En cada país hay un Lidice, aunque tal vez con otro nombre y en
otras circunstancias, que siempre hemos de recordar, y nunca pero nunca olvidar
para no permitir jamás que algo así vuelva a suceder.
¡AHORA
YA LO SABES!
Lic.
Diana Fubini
Bibliografía
-
Binet, Laurent,
HHhH, Buenos Aires, Grupo Editorial
Planeta, 2012
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